La hora sexta - booktrailer

Disclaimer: las imágenes contenidas en este blog han sido en su mayoría trabajadas digitalmente por mí a partir de fotos recogidas en la web. Las hago con fines ilustrativos y artísticos y SIN ningún ánimo de lucro. Si algún elemento que haya utilizado para ellas es de tu propiedad y deseas que lo quite, simplemente contáctame.

08 enero 2011

Cap. 1 Hogar agridulce hogar (Introducción)





Mía llevaba más de dos horas al volante cuando sus piernas comenzaron a quejarse. Le tomó varios minutos más por la desolada carretera encontrar una gasolinera y cafetería donde tomar un descanso y ordenar una bebida helada. Era mediodía y el calor era sofocante.
El lugar era de una dudosa salubridad, pero la sonrisa de la mesera compensaba la falta de higiene. Después de todo, sólo ordenaría una Pepsi y aprovecharía el receso para releer los últimos correos electrónicos en su ordenador portátil, pero su servicio de Internet móvil le dificultaba la tarea. Ella amaba la tecnología y la idea de regresar a Lichtport le aterraba, pues era uno de esos pueblos perdidos en el tiempo y en el mapa, y donde seguramente ni siquiera conocían el significado de la palabra Wi-Fi. Por fortuna, los últimos avances informáticos le permitían cargar orgullosamente su tecnofilia a cualquier sitio que fuera. A veces el servicio fallaba y Mía no se mordía la lengua a la hora de soltar insultos al aire, aunque eso atrajera la sorpresiva mirada de quienes estuvieran cerca. Se preguntaba por qué demonios invertía tanto dinero en todo eso, si no podía darle uso cuando quería.
Después de unos intentos fallidos, logró la conexión y entró a su casilla de correo.


De: d_gentile@hotmail.com
Para: mgentile83@hotmail.com
Asunto: Hola
Fecha: Martes, 6 de abril de 2010 19:50:42

Querida Mía, sé que esto te sorprenderá, no sólo por el hecho de que yo esté usando este medio que no termino de entender, sino además porque te escriba en lugar de telefonear. Han pasado meses desde la última vez que hablamos y no has respondido mis últimas llamadas. Quiero saber de ti, hija. Y considerando que tú amas los ordenadores e Internet, pensé que sería bueno de mi parte hacer el intento.
Jared, el hijo de Nancy y Elías, me ha prestado su notebook y creo que se está riendo a mis espaldas de lo lento que soy escribiendo en esta cosa, pero creo que podré mejorar con un poco más de práctica.
En fin, escríbeme, ¿sí? Tengo mi propia dirección de correo electrónico. ¿Puedes creerlo? Jared la abrió para mí y se encargará de chequearla a menudo.
Este correo debería emocionarte, pero no olvides que aún existe el teléfono.
Te quiero.
Papá




De: mgentile83@hotmail.com
Para: d_gentile@hotmail.com
Asunto: RE: Hola
Fecha: Miércoles, 7 de abril de 2010 12:23:32

Papá, lamento no haberte llamado; he estado muy ocupada últimamente y con mucho trabajo atrasado.
Es cierto que me sorprendió recibir un correo electrónico de tu parte, pensé que jamás usarías algo así, pero es bueno que lo intentes. ¡Bienvenido al siglo XXI!
Espero que todo esté bien por allí. Aquí las cosas están iguales: aire contaminado, embotellamientos, delincuencia… y todo lo que una metrópolis debe tener hoy en día. Claro que tú odias todo eso, así que alégrate de seguir viviendo en Lichtport.
Hace unos días hablaba con Vivian acerca del pueblo. Recordé su extraño microclima, sus aguas oscuras y traicioneras, la lluvia que inunda las calles, ¡el insoportable viento que arrastra arena por doquier! Pero también recordé que el aire es puro y la brisa marina, relajante. Vivian cree que sería bueno para mí pasar unos días allí, visitarte y limpiar mis pulmones y mi mente. Tal vez ayude a calmar esas imágenes en mi cabeza que ni ella ni ningún otro psiquiatra ha logrado quitar por completo. Sabes que no me gusta depender de los medicamentos y por suerte el tratamiento ambulatorio que llevo con ella me ayuda mucho. ¡Ya van dos años sin tomar las pastillas!  
Te volveré a escribir pronto.
Mía



De: d_gentile@hotmail.com
Para: mgentile83@hotmail.com
Asunto: RE: RE: Hola
Fecha: Viernes, 9 de abril de 2010 16:32:09

Es bueno saber que estás bien. Sé que te sientes mejor con el tratamiento ambulatorio y esa Vivian está haciendo un gran trabajo contigo. No la abandones, por favor. Suenas optimista y eso me alegra mucho.
Quizás volver a Lichtport no sea una muy buena idea. Desde que te fuiste, nunca has vuelto a visitar tu pueblo natal y sé que no te gusta estar alejada de la civilización. ¿Pero quién sabe? Tal vez tu psiquiatra tenga razón.
Si deseas venir, sólo infórmamelo y prepararé tu habitación.
Papá



Mía no quiso leer más.
Nunca imaginó que viajaría a Lichtport dos semanas después de aquel correo para ver a su padre por última vez en su funeral.
Terminó su Pepsi, se recogió su largo cabello oscuro y regresó a su coche. Aún tenía que conducir por una hora más.
En la radio sonaba una vieja canción que su padre solía cantar y tocar en su guitarra las noches de calor, cuando se sentaban en el porche trasero de la casa que daba a la playa.
Sixteen tons, and what do you get? Another day older and deeper in debt... —cantaba ella, recordando la letra y el sonido de las olas que solía mezclarse con la voz de su padre, una voz que ahora se había apagado y que volvía una y otra vez a su memoria como un acto impetuoso e indeseado.
Desde que su madre se la llevó del pueblo siendo una niña, Mía nunca había regresado y, por lo tanto, desconocía el camino correcto. Tanto Lichtport como sus poblados vecinos eran lugares escondidos entre pantanos y bosques, y la única señalización que había en la carretera indicaba el camino a Ravensburg, el centro urbano más cercano, una ciudad chica pero completa y la única que existía a casi cien kilómetros a la redonda.
Lo único que le hizo pensar que estaba cerca fue un camino de tierra que se abría a su izquierda, pero no se atrevió a tomarlo. Detuvo su coche a un lado de la carretera y consultó su GPS. Ni siquiera éste tenía datos de Lichtport. De hecho, el aparato parecía no funcionar del todo bien.
A los pocos minutos, una vieja y polvorienta furgoneta que provenía del norte se detuvo en la entrada del camino y cerca de ella.
—¿Necesita ayuda, señorita? —le preguntó el hombre que la conducía, de unos cincuenta años, semicalvo y regordete.
—Estoy buscando el camino a Lichtport, pero no estoy segura de que este sea el correcto —dijo ella.
—Sí, lo es. Está a uno dos kilómetros al este. Es un pueblo pequeño, ¿puedo preguntarle por qué lo visita?
—Mi padre acaba de fallecer y yo...
—¿Mía? ¿Eres tú, Mía Gentile? —interrumpió de pronto la mujer que iba de acompañante, asomándose desde la ventanilla por encima del hombre.
—Sí, soy yo. Y ustedes son… Humm...
Al verlos bajar de la furgoneta e ir hacia ella, Mía trató de encontrar en la mujer una imagen familiar.
—Soy Nancy, ¿nos recuerdas? Nancy y Elías Crousier, de la cafetería —le aclaró la robusta mujer mientras se acercaba con los brazos extendidos.
—Oh, Nancy... Vaya, no los reconocí. —Salió de su coche para recibir el abrazo de la mujer que estaba tan emocionada de verla como una tía lejana a la que sólo se la ve en Nochebuena.
—¡Ni nosotros a ti! No te veíamos desde que eras una niña.
—Lamentamos mucho lo de tu padre —agregó Elías.
—Gracias. Debo ir a su casa ahora, pero la verdad es que no sé cómo llegar.
—Sube a tu coche y síguenos; te guiaremos hasta allí —le dijo Nancy—. Pero antes haremos una parada en la cafetería; tenemos productos congelados que se pueden echar a perder.
—Por supuesto. —Mía sonrió agradecida.
Mientras conducía detrás los Crousier, trató de recordar algo sobre ellos para no sentirse tan avergonzaba ante su falta de memoria. Sin embargo, sentía que había sido en otra vida. Los recuerdos eran tan lejanos que su mente corría una maratón para alcanzarlos. De repente, a su boca volvió el sabor de las deliciosas tartas de manzana de Elías, las cuales ella solía devorar hasta el empacho, dejándola sin más opción que la de reducir el recuerdo a un sabor.
El camino de tierra era irregular y la obligaba a conducir despacio y con cuidado, mientras los pinos, árboles y arbustos comenzaban a volverse más y más frondosos conforme se internaba hacia el Este.
Finalmente, ingresaron a Lichtport. No había ningún cartel de bienvenida, no se leía en ningún lado el nombre del pueblo ni mucho menos la cantidad de habitantes. Daba la impresión de que allí todos eran marginados sociales, delincuentes buscados o simplemente reacios a la civilización, pero no por ello carecía de encanto.
Mía observó con detalles cada rincón, casa y esquina del pueblo. Lo percibió algo lúgubre por ser pequeño y reservado; sin embargo, los colores abundaban, los árboles se veían robustos y las flores decoraban los jardines delanteros como un espectáculo de natural multicolor. Extrañamente, sobraban las rosas casi negras que tanto le atraían. Ella sentía atracción por lo oscuro.
El cielo estaba cubierto por pesadas nubes que hacían que el calor se concentrara en todos lados. El silencio era aturdidor y la quietud, aterradora. Más que en un mundo aparte, se sentía en The Twilight Zone. Los pueblerinos eran bastante conservadores y, entre las doce y las quince, la siesta parecía una obligación más que una tradición. Mía recordaba que sus pocos habitantes vivían de la pesca, la agricultura y algunos animales de granja que ellos mismos criaban y vendían a pueblos vecinos. Sus frutas y vegetales eran naturalmente exquisitos.
Cuando al fin aparcaron junto a la cafetería, Nancy fue a por ella de inmediato.
—¡Querida, ven! Te serviré algo de beber, has conducido por horas, ¿cierto? 
—Sí, más de lo que debería. No acostumbro a viajar tanto —respondió mirando a su alrededor tras entrar a la cafetería detrás de Nancy.
Definitivamente no habían hecho muchas reformas en las últimas dos décadas. El negocio mantenía su estilo rústico y de los años cincuenta, pero sin colores brillantes, luces de neón, rocolas, ni camareras de grandes pechos. Aún así, se sentía acogedor y tranquilo.
—No hay mucha gente por aquí a estas horas, ¿verdad? —comentó ante el silencio y vacío que la rodeaba.
—El Diablo anda suelto, pero no por mucho tiempo más —dijo Elías mientras cargaba unas cajas hacia la despensa.
Allí ella recordó que en Lichtport la vida estaba regida por las horas canónicas, una división del tiempo utilizada en los monasterios de la Edad Media que en el pueblo ayudaba a organizar la vida premoderna. En el medioevo se creía que a la denominada “hora sexta” (las doce del mediodía) el demonio meridiano andaba suelto y por esa razón la gente se guardaba en sus casas hasta la “hora novena” (las tres de la tarde). Por supuesto que a la humanidad le llevó mucho tiempo darse cuenta de que durante esas tres horas el sol alcanzaba su punto más alto y que el extenuante calor del verano podía generar malestares que se confundían con algún tipo de posesión demoníaca. Tal vez el pueblo de Lichtport no era una abadía medieval exactamente, pero tampoco parecía haber oído hablar de la Revolución Industrial.
—¿Necesita ayuda con esas cajas? —le preguntó Mía con su instinto de amabilidad, aunque rogó que este se negase.
—Gracias, linda, pero para eso tengo un hijo. ¡Nancy, despierta a Jared! —exclamó con voz ronca.
Enseguida un joven apareció desde el pequeño corredor trasero, acomodándose su playera y su rubio cabello con las manos. Se frotó los ojos y se tapó la boca al bostezar.
—Aquí estoy, papá. No tienes que gritar —dijo.
—Jared, ella es Mía, la hija de Daniel.
El joven, unos años menor que ella, tardó unos segundos en reaccionar. La miró sorprendido y después la abrazó emocionado. 
—¡Mía, hola! Al fin te conozco.
—Hola, Jared —respondió algo atónita ante su amistoso saludo—. Vaya... La última vez que te vi apenas sabías caminar.
—Sí, el tiempo vuela —rió. El comentario de Mía lo apenó un poco—. Daniel solía hablarme siempre de ti.
—Y a mí de ti, te tenía mucho aprecio. Me dijo que le habías prestado tu notebook para que me escribiera.
—Así fue. No hay mucha tecnología en Lichtport y Daniel no se llevaba muy bien con las máquinas.
—Lo sé.
—Jared, ayuda a tu padre —le reclamó Nancy con tono mandón y el muchacho obedeció instantáneamente; parecía carecer de voluntad propia—. Mía, toma asiento. ¿Qué quieres beber? Tengo naranjas frescas, ¿te apetece un jugo?
—El jugo estaría bien, gracias. —Sonrió mientras tomaba asiento en uno de los taburetes frente a la barra.
Nancy le comentó que contaban con pequeños huertos y granjas, pero que los productos elaborados había que traerlos de Ravensburg. Una vez al mes, cargaban su furgoneta para abastecer la cafetería y ofrecerles a sus clientes otras opciones fuera del reducido menú de pollo con ensalada y tarta de manzana.
En cuanto Nancy clavó su cuchillo sobre la primera naranja, el aroma dulzón se extendió en todo el lugar. Elías y Jared entraban y salían cargando cajas y más cajas, llenando el enorme refrigerador en el fondo de la cafetería, la despensa y los escaparates detrás de la barra.
—Solo tomará unos minutos y luego te guiaremos hasta tu casa —dijo Nancy—. Y recuerda que puedes contar con nosotros para lo que necesites.
“Tu casa” sonó extraño para Mía.
—Te lo agradezco mucho, pero antes debo pasar por la comisaría. El alguacil me dijo que tiene algunas pertenencias de mi padre, incluyendo las llaves.
—Descuida, la comisaría está a unos pocos metros de aquí. Te acompañaré.   
No terminó de pronunciar la última palabra que dos hombres entraron a la cafetería. El mayor que vestía uniforme policial era el alguacil David Rourke, de expresión serena y pasos firmes, cabellos canos bajo el sombrero y una expresión apacible. Lo acompañaba uno más joven que llamó la atención de Mía al instante; lo envolvía una especie de aura extraña que hacía de su presencia algo inquietante, provocando en ella sentimientos contradictorios de atracción y repulsión a la vez.
—Buenas tardes, Nancy —dijo el alguacil.
—David, Seth, qué bueno que están aquí. Ella es Mía, la hija de Daniel. Acaba de llegar.
—Ah, sí. Hablamos por teléfono ayer. —Cuando David le estrechó su mano, ella notó que se veía más mayor de cerca. Debía rozar los sesenta años—. Bienvenida a Lichtport, Mía. No te esperaba tan pronto.
—Usted debe ser el alguacil Rourke. Le agradezco mucho las molestias que se ha tomado —dijo ella.
—Es lo mínimo que podía hacer, Daniel era un buen amigo —declaró quitándose el sombrero, como un gesto de respeto o simplemente por el fastidioso calor—. Este es el detective Seth Bauwens, trabaja en el caso —agregó, presentándole a su compañero.  
—Lamento que nos conozcamos en estas circunstancias —dijo Seth, quien también estrechó su mano y en el preciso instante en que se tocaron, una pequeña descarga electroestática recorrió sus cuerpos, alejando sus manos de manera instintiva.
—¡Ouch! Lo siento. Estoy algo nerviosa —confesó ella avergonzada. No era la primera vez que le sucedía algo así.
Seth la miró de modo curioso.
Así era Seth Bauwens: el detective, centinela y eterno vigilante. De cabello corto oscuro y ojos pequeños, cuerpo atlético, porte sobrio, rostro serio y autoexigencia desmedida, Seth era además un obsesivo que dedicaba su tiempo y habilidades al servicio de la comunidad.
Nancy le acercó a Mía un vaso de zumo fresco y después abrió unos refrescos para los oficiales.
—Te agradezco que hayas venido tan rápido, Mía. Lo de tu padre nos tomó a todos por sorpresa —continuó David—. El detective Bauwens ha venido desde Ravensburg con los resultados de la autopsia. Mañana trasladarán el cuerpo para el funeral.
—Ha sido de mucha ayuda, alguacil. Realmente no sé cómo actuar en situaciones como éstas. Cuando mi madre falleció, mi padre viajó y se encargó de todo. Yo no era de mucha ayuda en aquel entonces —comentó cabizbaja.
—Descuida, nosotros nos encargaremos de todo. —Colocó su mano en el hombro de Mía, un gesto amable y casi familiar que a ella le sorprendió. A veces olvidaba que muchos allí la conocían desde pequeña.
Sin embargo, comenzaba a sentirse ansiosa e incómoda. No podía creer que su padre estaba muerto. Quizás eran los ansiolíticos los que la mantenían en un estado casi anestésico, pero ese día se había mantenido lúcida debido al viaje. Su salud mental había mejorado mucho en los últimos años y casi ya no necesitaba los medicamentos, pero desde que supo lo de su padre, se vio obligada a retomar al menos un mínimo consumo de bromazepam.
Seth notó el malestar que en ella crecía y le preguntó si necesitaba algo, procurando comportarse de un modo cortés pero distante, como un buen profesional de la Ley.
—Si no les molesta, quisiera ir a la casa en cuanto antes —dijo—. Estoy algo mareada, conduje muchas horas y el calor es agobiante.
—Por supuesto.
Mía le agradeció la amabilidad a los Crousier y siguió a los oficiales hasta la comisaría, donde el alguacil le entregó las pertenencias que tenía su padre la noche que lo encontraron: las llaves de la casa, su reloj de pulsera, la escopeta de caza y las municiones. Estas dos últimas cosas prefirió dejarlas en la comisaría; no le agradaban las armas de fuego en absoluto.
Después de firmar algunos papeles, le pidió a David —con lo que no creyó una vergüenza tan evidente— que condujera frente a ella para indicarle el camino hasta la casa.
—Seth, será mejor que acompañes a Mía en su coche —le pidió el alguacil al detective—. No sería prudente que condujera si no se siente bien
—Descuiden, puedo hacerlo —aseguró ella.
—De todas formas, iré con usted por si acaso —dijo Seth.
David partió en el coche de policía y Mía condujo despacio tras él por las calles tranquilas, reconociendo algunas esquinas y otras no. El pueblo no había crecido mucho desde que ella se había ido, solo unas pocas casas nuevas y algunas reformadas, o quizás simplemente no las recordaba bien.
—¿Es cierto que nunca visitó Lichtport desde que se fue? —preguntó Seth para romper el silencio.
—Sí, fueron unos veinte largos años. Es por eso que apenas si tengo escasos recuerdos. Mi mente está algo... fragmentada.
—¿Y cuándo vio a su padre por última vez?
—A finales del pasado año, antes de Navidad. Él me visitó a mí, como siempre. No solíamos vernos más que una o dos veces al año como mucho. He sido una hija bastante ausente.
—Tengo entendido que no tenían una buena relación.
—Podría haber sido peor… o mejor —suspiró—, pero era mi padre después de todo —agregó, encogiéndose de hombros.
—¿Por qué lo dice de ese modo?
—De pequeña yo enfermé y… las cosas se complicaron y necesité tratamientos especiales, así que mi madre y yo nos instalamos en la capital. Mi padre, claro, no quiso abandonar Lichtport; prefirió este pueblo a su hija.
—Suena como si le guardara resentimiento.
—Una parte de mí siempre lo hizo. Nunca pude comprender qué tenía este lugar para que se atara tanto a él, incluso para que lo antepusiera a su propia hija enferma.  
—Pero él la visitaba a usted.
—Al principio viajaba a menudo para verme. Luego yo crecí, mejoré y las visitas disminuyeron. —Su voz sonó algo débil y notó que Seth tomaba nota de todo lo que ella decía—. No sabía que esto fuera un interrogatorio.
—Es mi trabajo, pero si en este momento le incomoda, podemos continuar después.
—No, está bien. De todos modos, creo que ya hemos llegado.


Continúa en Cap. 1 (Parte 1)

25 comentarios:

  1. H.K.,
    Bueno, primero que nada, atrapante. De verdad, invita a seguir leyendo. Creo que eso está muy bien logrado. Por otro lado, me parece muy gráfica, o tal vez no sea la palabra, pero muy "cinematográfica" en el sentido de que podría tranquilamente ser un guión (me da esa impresión, tal vez no se me entienda). Después, hay unos pocos errores de tipeo, que a veces obligan a releer la frase. Sin más, me voy a leer la 2da parte.

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  2. Tiene una trama que enlaza de una, me gusta la manera de narrarla.

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  3. El otro día leí la mitad, acabo de terminar y seguiré por la siguiente parte!! *-* Me encanta!!! Me ha atrapado y aún no ha habido acción, el suspenso que le pones es cautivante!

    Saluditos ;)

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  4. ¡Muchas gracias, Savy! Ya me pasaré yo por el tuyo a leerte también. Dame tiempo, por favor, que ando liadísimo.

    Saludos!

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  5. Tranquilo!!! ;) Todo a su tiempo...!! Animooooo!! Que tu puedes!! ;)

    Saluditos!

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  6. Me he leido la primera parte y no quiero dejar de leer espero mañana continuar sin parar, esta increible, te atrapa desde el principio

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  7. Gracias, Bell-Mia!!! Bienvenida a Lichtport y espero que disfrutes mucho tu visita. Tu comentario me da mucho ánimo :)

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  8. Bell no es justo que te llames como la potra!! xD Por qué no hay una Savy?? xD

    ajajaja

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  9. Genial..esta muy interesante.. ¡¡¡¡¡¡¡¡¡
    Me encanta..eso es todo que le sigo ahora con la otra parte...¡¡

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  10. Genial..esta muy interesante.. ¡¡¡¡¡¡¡¡¡
    Me encanta..eso es todo que le sigo ahora con la otra parte...¡¡

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  11. Gracias, Neiglo! Bienvenida a Lichtport. Espero disfrutes tus visitas.

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  12. Hola!!!
    Acabo de conocer tu blog y desde ya estoy enganchada con la historia... que misteriosa!!!! me encanto...

    Te leo...

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  13. Bienvenida a Lichtport, yeralprincess. Gracias por tus palabras y espero que disfrutes tu estancia aquí.

    Saludos,

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  14. Al fin saco un rato para pasarme por tu blog kramer. Esta introducción me pareció bastante inquietante. Coincido con lo que comentan, que tiene un aire cinematográfico muy agradable. Como la primera escena de esas películas de terror, donde sabes que va a pasar algo, pero al final no pasa, y tienes que esperar para después. Eso es bueno porque atrapa.

    Sigo adelante, ¡Saludos!

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  15. anibx, gracias por tu comentario y tu visita.

    Saludos!

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  16. Me ha gustado mucho, muy intrigante desde el principio. Seguiré leyendo. Saludos

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  17. Gracias, Estefanía. Espero que disfrutes tu estadía ;)

    Saludos!

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  18. Kramer, al fin me tomé un tiempo para empezar tu historia, y aunque solo he leído este capítulo me parece una novela muy profesional, me puedo imaginar todo perfectamente y desde luego despierta mi curiosidad.

    Espero poder continuar pronto, un saludo.

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  19. Gracias, Galena, y bienvenida a Lichtport. Espero que lo disfrutes.

    Saludos ;)

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  20. Holaaa!!! Me gusta mucho tu historia muy misteriosa!!! jaja si tienes tiempo pasate a leer la mia mi blog es http://prisionera-del-destino.blogspot.com/

    Saludos y mucha suerte en todo!!!

    Daii

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  21. ¡Hola Kramer! Por fin he venido a empezar a leer tu novela, es muy intrigante esta introducción, en breve me pongo al dia :)

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  22. Hola!!
    Al fin me he dado un tiempo de leer esta historia a la que ya le traía ganas y debo decirte que no me has decepcionado para nada. Me gusta tu estilo y la fluidez de la narración.
    Sin duda promete mucho. Sigo con la lectura.

    Besos y saludos!!! ^^

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  23. Hola, Nina. Gracias por tu visita y comentario.
    Espero que disfrutes la lectura.

    Saludos!

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  24. Holaa!! =) me ha parecido muy interesante, así que te seguiré leyendo!! ya te pongo en mi lista de blogs por leer :)

    te iré comentando =)

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  25. Es un comienzo interesante. Incluyendo la justificación del titulo, que una fanatica de la tecnología viaje a un pueblo no reconocido por el GPS. Y la electricidad estatica.

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Danke sehr!

 
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